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Columna «Si el río suena…» por Pablo Allard

LAS LLUVIAS de hace dos semanas probaron nuevamente la resiliencia de la capital. Más allá de los cortes preventivos de agua y el desborde en las obras del proyecto Santiago Centro Oriente, que anegó a la autopista Costanera Norte y un importante sector comercial de Providencia, gracias a Dios, y a las inversiones realizadas en los últimos años en obras hidráulicas, colectores y piscinas disipadoras de energía en quebradas precordilleranas, no se reportaron grandes pérdidas. Tenemos que reconocer que la ciudad no colapsó, y retornó a la normalidad en pocas horas pese a tratarse de un fenómeno climático extremo que no se daba hace más de setenta años.

Pese a estos avances, todavía no hemos sido capaces de reconocer los cauces urbanos como parte de nuestro paisaje urbano. Si bien se han hecho esfuerzos puntuales, como el flamante parque fluvial Renato Poblete en Quinta Normal o los primeros tramos del parque lineal Mapocho 42k en Quinta Normal y Providencia, vemos con desazón que la complejidad y magnitud geográfica de nuestros cauces urbanos no ha contado con la visión o perseverancia de nuestras autoridades. Ejemplo de iniciativas a medio camino es el parque inundable del Zanjón de la Aguada, el cual apuntaba a mejorar la condición hidráulica del zanjón al tiempo que ofrecía un nuevo parque de más de 40 hectáreas para comunas como San Joaquín y Pedro Aguirre Cerda. Lamentablemente, en más de 10 años sólo se han construido las primeras etapas que consideran mayoritariamente las obras hidráulicas y un paisajismo mínimo, quedando pendiente gran parte de la arborización y equipamiento, lo que ha generado la protesta de vecinos y municipios por el exceso de hormigón y la falta de parque.

Los problemas de nuestros ríos no sólo se dan a lo largo de ellos, peor es la falta de integración entre sus riberas. A modo de ejemplo, mientras Providencia cuenta con 10 puentes que conectan sus riberas con holgado equilibrio entre peatones y vehículos, Vitacura sólo ofrece cuatro puentes, tres de ellos segregados para autos, una pasarela peatonal tipo jaula en Vespucio y sólo el Puente Lo Curro para autos y valientes peatones. Por suerte esta situación está pronta a cambiar. Desde el año 2014, de manera de potenciar sus espacios públicos, mejorar la capacidad hidráulica del río y buscar la movilidad integral resolviendo los desafíos por aumento del tráfico dentro y a través de la comuna, así como orientar el crecimiento a futuro de su población, la municipalidad de Vitacura desarrolló un Plan Maestro de Espacio Público y Vialidad. La primera etapa del plan se concentró en recuperar el sistema de parques fluviales a lo largo del río Mapocho, mejorar la conectividad entre las riberas norte y sur, y resolver los problemas de congestión que hoy presentan la Avenida Escrivá de Balaguer, Juan XXII y Santa María por la falta de continuidad y puentes.

http://voces.latercera.com/2016/05/02/pablo-allard/si-el-rio-suena/