LOS DESASTRES naturales y humanos no dan tregua. Cuando la atención estaba en los incendios y erupciones de La Araucanía, la temida lluvia centenaria se manifestó en Atacama con su doloroso saldo de muerte, destrucción e incertidumbre. Mientras aún lidiamos con la fase de emergencia, evaluación y normalización, es hora de planificar para la recuperación y reconstrucción resiliente de las localidades afectadas.
Aquí es donde se generan las mayores dudas y debates; por un lado los que abogan por invertir inmediatamente en cuantiosas obras de mitigación para eventos de poca recurrencia, o los que proponen concentrar los recursos en otros temas más urgentes y socialmente más rentables para las comunidades afectadas. En este sentido es bueno recurrir a lo que la experiencia internacional recomienda como aproximaciones a la mitigación de riesgos naturales. Lo primero es entender que existen dos tipos de medidas de mitigación: las estructurales y las no estructurales.
http://voces.latercera.com/2015/04/06/pablo-allard/el-riesgo-como-oportunidad/