LA SEMANA pasada lamentamos la partida del gran escritor, artista y multifacético activista Pedro Lemebel. Una voz rupturista e iracunda, que desde sus memorables performances como “Yegua del Apocalipsis” durante la dictadura, hasta su aclamada participación en la última feria de Guadalajara, representó con su arte un mundo marginal y desgarrador que es parte de nuestra identidad y aún resistimos a reconocer.
Recuerdo hace ya una década, investigando para el Plan Maestro que me tocó liderar para la recuperación del Zanjón de la Aguada, haber leído con emoción su crónica homónima, donde Lemebel describía sin anestesia su infancia en la entonces cloaca abierta de la capital. “Y tal vez alguien nos dijo que existía el Zanjón y para no quedarnos a la intemperie, llegamos a esas playas inmundas donde los niños corrían junto a los perros persiguiendo guarenes.”… “Es como un desaguadero de los excesos de la ciudad. Es un paralelo al Mapocho, pero más oculto; representa la evacuación de los proyectos sociales y políticos perdidos” afirmaba el autor en 2003.
http://voces.latercera.com/2015/01/26/pablo-allard/suenos-riberenos/