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Columna «La Ciudad es femenina» por Pablo Allard

Ciudad es un sustantivo femenino. Etimológicamente proviene del latín cīvitātem (ciudadanía); consecuentemente, las lecturas femeninas sobre planificación, vivienda y comunidad nos llevarán al principio mismo de la maternidad como hogar original. Las marchas y movilizaciones de los últimos días -más allá de provocativas acciones de grupos radicales- celebran la recuperación de la ciudad para las mujeres. No solo por las miles que marcharon reclamando el fin a la discriminación, el abuso y la prepotencia machista, sino además porque evidencian el fin del estereotipo de familia y vida doméstica que por más de un siglo se impuso. Estos estereotipos acusan algo más grave: que el desarrollo de la ciudad y la vivienda no fueron resultado de una simple evolución natural, sino campo de prueba de ideologías y ejercicios tendientes a definir convenciones de lo que debiese ser “la casa ideal para la familia modelo”. Esta carga ideológica es evidente en la imaginería publicitaria inmobiliaria y en las políticas sociales de vivienda, que han afectado el modo de encausar las necesidades y anhelos de una sociedad ávida de soluciones habitacionales y mejor calidad de vida.
Muchos atribuyen la construcción de estos estereotipos a la sociedad norteamericana de postguerra, con la explosión suburbana. Citando a la socióloga Dolores Hayden: “uno podría describir la vivienda suburbana como una arquitectura del género, desde que las casas comenzaron a proveer el lugar para que mujeres y niñas efectivamente logren obtener estatus social, ser deseables objetos sexuales y hábiles sirvientes domésticas; y para los hombres y niños para ser ejecutivos ganadores-de-pan, exitosos maestros chasquillas y adeptos mecánicos de auto caseros”. El modelo de Ama de Casa Universal implica también el de madre universal y, como consecuencia, el de familia ideal.

La Ciudad es femenina