Columna "¿Hacia dónde debe mirar Santiago?" por Julio Nazar

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Una correcta planificación de la ciudad puede transformarse en una herramienta para evitar la proliferación de focos de delito. Hay varios casos de ciudades exitosas que aplicaron un modelo de prevención situacional y que podrían servir de guía al pensar en el desarrollo de Santiago.

La experiencia en Chicago es quizá una de las más antiguas en torno a la prevención.

Esta ciudad es una de las urbes estadounidenses que más rápido sufrió el impacto de la explosión demográfica, lo cual disparó los índices de criminalidad.

Por esto, la Universidad de Chicago creó uno de los primeros centros de investigación en realizar estudios sobre seguridad situacional. Los académicos propusieron crear una nueva forma de planificación urbana compuesta por anillos concéntricos, que permitieran separar y disponer a la ciudad de una mejor manera para evitar la delincuencia.

Al otro lado del mundo, el estado de Queensland, en Australia, realizó una planificación urbana que compartía el mismo espíritu, que era combatir los crecientes niveles de criminalidad por medio de una correcta distribución de los espacios urbanos, entregándole al propio ciudadano la posibilidad de vigilar la urbe.

Sergio Amunategui, gerente de Amunategui Barreau Arquitectos Asociados, sostiene que la experiencia de Queensland se destaca por el valor de haber «cruzado estadísticas de criminalidad con necesidades de diseño. Eso derivó en una normativa que estuvo delineada en cuatro dimensiones, porque tomaron en cuenta un diseño tridimensional, que es una ciudad, y la cuarta dimensión, que es la dimensión del tiempo», dice.

Esto ayudó al gobierno local a trazar las lineas para combatir los delitos de carácter situacional. «Descubrieron que el crimen en el espacio público se previene con la supervisión natural: cuando la misma gente que usa el espacio es la que está vigilando», afirma Amunategui.

Esto se logró a través del reordenamiento del espacio público para evitar callejones sin salida, volúmenes mal ubicados, puntos ciegos, zonas oscuras y escondites. Además, se puso atención a plazas y parques, para que los árboles no fueran demasiado frondosos o bajos para que se ocultaran delincuentes, y estudiaron lo que pasa con la ciudad en las diferentes estaciones del año. De acuerdo con Amunategui, la ciudad de Portland, en EEUU, aplicó una estrategia similar.

Estas mejoras urbanas ayudaron, en parte, a posicionar a Australia entre los diez países más seguros del mundo, según el Global Pea-ce Index de 2015 (GPI) del Institute for Economics and Peace. Chile está en el lugar 29. Otro estudio realizado por la Unidad de Inteligencia Económica (EIU) de The Economist, posiciona a otra ciudad australiana entre las más seguras del mundo: Melbourne, que ocupa el noveno lugar.

Otro ejemplo que destaca es de Bryant Park en Nueva York, el cual en los ’80 era uno de los principales focos criminales de la ciudad. Para combatirlo, los vecinos y comerciantes formaron una ONG, y solicitaron al municipio hacerse cargo ellos del lugar. Luego rediseñaron el espacio público siguiendo los principios de la prevención situacional. «La gestión privada de un espacio público y su diseño erradicaron el crimen y mejoraron la calidad de vida de sus visitantes», afirma Pablo Allard, académico de la Universidad del Desarrollo.

En Latinoamérica, un ejemplo es el proyecto Plazas de Paz de SulAmérica implementado en Sao Paulo, Brasil, cuyo objetivo fue desarrollar espacios públicos administrados por los actores locales en lugares con altos niveles de violencia. «Implementaron una metodología de desarrollo urbano considerando aspectos de gestión y el papel de la comunidad como elemento central», sostiene, Liliana Manzano, investigadora del Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana de la Universidad de Chile.

A su vez, Julio Nazar, arquitecto urbanista e investigador de la UDD, destaca que Medellín es una ciudad a la que debiera mirar Santiago. «Se logró un paquete de intervenciones urbanas que buscaron que la comunidad recuperara el espacio público, entregando conectividad, espacio público, y servicios de cultura, asistencia y esparcimiento, y espacios de calidad en cuanto iluminación, diseño y mobibiliario.

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