Dada la reconocida capacidad del ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, es lamentable el circo en que se convirtió su primera discusión presupuestaria. A las contradicciones internas en la Nueva Mayoría por el reajuste a los empleados fiscales, el despojo del AFI a las universidades privadas de calidad para financiar la gratuidad en otras privadas elegidas arbitrariamente, se sumaron los numeritos de infraestructura, salud y transporte.

Al inicio de su gobierno, la Presidenta Bachelet enfrentó movilizaciones de funcionarios de la salud que se oponían a la construcción de hospitales concesionados. Los manifestantes aludían que se estaría privatizando la salud pública, cuando en realidad lo único que se concesionaba eran aspectos no médicos (sin delantal blanco), como la construcción, y servicios de mantenimiento, lavanderías, alimentación y aseo, entre otros servicios hoy capturados por el ineficiente pero lucrativo cartel de familiares y amigos de algunos de los movilizados.

Como en ese entonces las autoridades creían que había plata para todo, y sin mediar el perjuicio que causaría revertir millonarios contratos de proyectos ya adjudicados, el Ejecutivo optó por detener el programa de concesiones. Bajo el supuesto que el Estado tenía la capacidad y los recursos para avanzar en un ambicioso programa de construcción de hospitales e infraestructura de salud. Al poco andar fuimos testigos del cambio de metas, reducción del número de hospitales comprometidos y extensión de plazos. Básicamente no se la podían y ya no había recursos para ello.

http://voces.latercera.com/2015/11/30/pablo-allard/al-que-da-y-quita/