Un desafío importante que tienen las grandes ciudades de nuestro país, es conjugar en forma equilibrada su crecimiento económico y desarrollo urbano, potenciando con una mirada de conjunto la relación de las nuevas edificaciones con el patrimonio e identidad de los barrios. En este escenario se entiende que todos los actores inmobiliarios con sus obras se suman a un conjunto y que no actúan por sí solas.
Al recorrer las ciudades que componen el Gran Concepción nos encontramos con buenos y malos ejemplos de desarrollo urbano que hayan valorado con marcado acento este concepto. Un buen ejercicio a destacar es el logrado en San Pedro de la Paz, donde conviven en armonía sectores residenciales con centros de servicios, que hacen primar el conjunto sobre la obra individual, respetando la identidad del sector y potenciando el entorno natural como principal actor del lugar.
Por el contrario, la situación del sector de Pedro de Valdivia es la cara opuesta al caso descrito. Hace 15 años que este barrio tradicional ha ido cambiando su uso de residencial a comercial. Hoy las viviendas se conjugan con interesantes apuestas como pubs, gimnasios, restaurantes y clínicas, entre otros. Sin embargo hace unos meses, todos hemos sido mudos testigos de cómo una importante cadena de supermercados remodeló y amplió su local, generando una edificación de gran volumen que se cierra totalmente frente a su entorno, generando una fachada dura y agresiva que afecta directamente la identidad del barrio. En resumen estamos frente a una arquitectura despersonalizada, apenas reflectante de lo que le rodea.
Como gremio de la construcción lamentamos que esta nueva obra no aporte al desarrollo urbano de la ciudad, sino todo lo contrario, opaque su identidad e imagen ambiental.