El espíritu detrás de esta propuesta se basa en que, en teoría, el permiso de circulación es un gravamen para financiar la construcción, mantención y operación de la infraestructura vial, la cual en gran medida es responsabilidad de los municipios, pero que ha sufrido una serie de distorsiones que lo alejan de su fin original. ¿Por qué el dueño de una camioneta 4×4 en la Patagonia donde la conectividad es crítica debe pagar lo mismo que el dueño del mismo modelo 4×4 que congestiona a diario una zona saturada como la Rotonda Pérez Zujovic? Y si se trata de incentivar la descontaminación, ¿por qué un vehículo nuevo, un híbrido o eléctrico debe pagar un permiso más alto que un vehículo antiguo que contamina mucho más?
Columna "Adiós al permiso de circulación" por Pablo Allard
Diario La Tercera, lunes 25-03-13